Durante la jornada de trabajo en una oficina o en modalidad remota, pueden surgir pequeñas discusiones entre colaboradores que, si no se gestionan de manera apropiada, pueden desembocar en conflictos graves. En ese sentido, es importante que los líderes organizacionales cuenten con habilidades de mediación para lograr acuerdos mutuos entre las partes implicadas y mejorar su reputación en el personal.
Existen muchos tipos de conflictos habituales en organizaciones de todo tamaño y sector. A continuación, te compartimos cuatro de ellos, además de algunas posibles soluciones:
Uso compartido de recursos. Surgen cuando varias personas trabajan en una misma oficina y, por lo tanto, comparten los recursos y las herramientas de trabajo. Son conflictos muy comunes y existen varias alternativas para solucionarlos. Lo ideal es que cada miembro del equipo tenga sus propias herramientas de trabajo. De no ser posible, puede proponerse que las herramientas compartidas sean usadas por cada colaborador en horarios distintos o según la urgencia de sus labores.
Distintos objetivos laborales. Cuando un gerente asigna a sus empleados metas muy diferentes, puede que algunas choquen entre sí y ocasiones constantes conflictos y discusiones entre el personal sobre cómo deben realizarse tales o cuales procesos internos. En estos casos, lo más aconsejable es planificar con detenimiento las metas que se asignarán a cada miembro del equipo, de manera que todas se complementen entre sí y estén sintonizadas con los objetivos generales del negocio.
Diferencias entre estilos de trabajo. Cada colaborador tiene una manera personal de trabajar, según su personalidad, y es normal que existan algunas discrepancias al respecto. Para prevenir que estos conflictos escalen, los líderes deben conocer de antemano el estilo de trabajo de cada miembro del equipo y los roles que desempeñará, para complementar las labores de uno y otro de la mejor manera posible.
Choques de opiniones o percepciones. Cada persona observa el mundo a través de su propio lente, lo que puede ocasionar algunas discusiones entre dos trabajadores con percepciones muy contrarias sobre un mismo acontecimiento. Estos conflictos pueden intensificarse si uno de los colaboradores desconoce detalles del tema y lo interpreta de manera errada. Por ello, la mejor solución es fomentar una comunicación abierta y clara entre todos los integrantes del equipo, incluso cuando sea necesario informales malas noticias.
Los líderes que desean ser mediadores eficaces en sus organizaciones deben tomar consciencia de que todo problema tiene solución. En ese sentido, es importante convocar a las personas implicadas y conversar con ellos de manera segura, pero no inflexible. La idea no es buscar culpables, sino llegar a la raíz del conflicto o la discusión.
Otro factor clave que se debe tomar en cuenta es la necesidad de reconocer y aceptar las responsabilidades, en especial cuando el conflicto fue ocasionado por un error propio. Asimismo, como lo hemos mencionado antes, mantener un diálogo constante y directo con el equipo es imprescindible para disminuir las probabilidades de que surja algún malentendido que luego derive en una discusión más agresiva.
Una recomendación final es no incluir a terceros durante la resolución del conflicto, pues podría aumentar la controversia y la tensión en el equipo de trabajo. Tampoco es recomendable mezclar problemas laborales y personales, ya que pueden dañar mucho las relaciones entre colaboradores.
Fuentes:
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